Vuelvo a las andadas

Y me vomito gritando un sueño… No hace 20 días de la última entrada, pero casi. Con este calor tengo ganas de hacer muchas cosas, pero escribir no es una de ellas. Si es que a esto se le puede llamar «escribir», a veces tengo la sensación de dar golpes sobre las teclas y tener la «suerte» de que se pueda leer lo que sale.

En las pelis, se ponen un vaso de whisky, vodka, vino o lo que sea y el periodista o escritor de turno, empieza a escribir como si la inspiración le hubiese dicho «ahora». Si yo me bebo una cerveza, como mucho, lo único que puedo escribir es un «vuelve conmigo, por favor, esta vez no me parecerá mal que me engañes con mi primo, la culpa es suya por ir al gimnasio». Aquellos que beben y escriben cosas coherentes si que son héroes y no el inventor del mando a distancia. Algo que en sus inicios era para la TV y ahora tiene hasta las velas multicolores y extrasensoriales.

Si es que hasta los consoladores tienen mando a distancia. Está la mujer, «tranquilamente» leyendo un libro y va Manolo (no conozco a ningún Manolo), le da al botón y Luisa (tampoco una Luisa) hace «jooorl». Eso me recuerda a mi última cita con el médico. Al traumatólogo. Fui a mirarme la rodilla y ésta no me dolía antes de la visita. Pero parece que el señor Joan (es su verdadero nombre) confundió mi articulación con un nuevo juguetito y probó todas las posibilidades que mi menisco, rótula, ligamentos y demás, permitían. Fue divertido, la verdad. Hacía mucho tiempo que no probaba tantas posturas.

Llevo fatal las esperas y más las del médico, puedo ir por un rasguño más superficial que un «¿estudias o trabajas?», que yo me pongo nervioso. La última espera se me hizo más larga que la distancia entre el microondas y la mesa. Una distancia de pocos metros (en mi caso no más de dos), pero que suele ser más larga que un «tenemos que hablar». He visto nacer y crecer bosques de secuoias durante uno de ellos. Pero soy informático, he visto muchas cosas.

Estoy escribiendo una entrada, eso no es noticia, la noticia es que no tengo puesta una lavadora. No sé qué me está pasando. Bueno, tengo puesto el lavavajillas. Me gusta mi lavavajillas, es sincero. No tiene display, sólo una ruedecita, por su parte, la lavadora sí que tiene. Es curioso, pero cuando dice que le quedan 10 minutos, en ese justo momento, podría ponerme la trilogía de El Señor de los Anillos y acabarían al unísono. Acabo de caer «el» lavavajillas, «la» lavadora. Caso resuelto. La impuntualidad es cosa femenina. No ofenderse.

En estos días de asueto estival he vuelto a tatuarme. Me he hecho tres, un Goku, el cerdo de Estopa y una calavera de Fito. La primera idea era hacerme la calavera, pero no hubiera sido sincero conmigo mismo si hubiese obviado a Estopa. Ellos empezaron mi camino en la música. En lo que se refiere al gusto, nunca pasé de tocar la típica canción con la flauta que te enseñan en clase.

Es curioso, todo el mundo me dice «están bien, molan, pero no te hagas más». Menos mi padre, que me dijo «están bien, pero… va, ya da igual». Ahora cuando me pregunten si soy friki, sólo tengo que señalarme la pierna y ver como el curioso sale corriendo.

MOMENTO cinéfilo/seriéfilo:

En la última semana he ido al cine a ver Ant-Man y Terminator. Ambas me han gustado, más la segunda. Soy muy fan y creo que han cuidado muchos detalles en esta entrega. Me han hecho volver a creer en la saga.

De series, tras hacer un intensivo con Sense8, Orange is the New Black y Daredevil (geniales todas ellas), me he puesto con un clásico, uno que me faltaba; The Walking Dead. De momento me está gustando, voy por el ecuador de la T2, eso sí, en ocasiones es demasiado previsible y se intuyen cosas como «ese gordo va a durar 26 minutos» o «la rubia la va a cagar». Pero mola.

Aquí los podéis ver los últimos tattoos, me podéis seguir en Instagram. Allí parezco un tío guay (?):

Una foto publicada por Alberto Cuadrado (@albertocuadrado) el

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Publicado por

Alberto Cuadrado

Buenas noches (o lo qué sea), bienvenidos, gracias por estar aquí.

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