Los borradores de las arenas.

Lo «de las arenas» ha sido más gratuito que eso de «niño, ¿la novia para cuándo?», pero sentí que tenía que decirlo. Como tú tía al hacer esa pregunta, no podía quedarse callada.

Voy a hacer una cosa que ningún artista (sí, lo soy) debería hacer. Os voy a mostrar esas cosas que dejé a medias. Me refiero a entradas que no conocieron el fin. No a esa colección de «Dedales del mundo». Diría «vamos», pero estoy muy solo, así que VOY.

Borrador del 25 de octubre de 2015:

No quería escribir, porque, entre vosotros y yo, no estoy inspirado y suelo estar inspirado cuando estoy contento. Así que blanco y en botella. Pero bueno, como siempre me decís muchos de vosotros «estamos para lo que necesites», pues os fastidiáis.

No voy a ponerme a contar penas, porque las penas con rumba, son menos penas, morena. Sólo decir que este es un momento de conocimiento personal y aprendizaje.

Suelo tener sensaciones sobre los días que están por venir, aunque casi nunca se acaban cumpliendo esas predicciones. Ahora es diferente, no siento nada. Ni bueno, ni malo.

Ahora mismo no sé si he superado ciertas cosas, si no o si esto es el ojo del huracán. De ser la última opción, ya podría ser un ojo del tamaño de Australia (siempre que veo lo grande que es Australia, estoy alucinando cerca de 17 horas.) Podría vivir en él. Creo.

Sólo tengo clara una cosa, que esto se acabará, se pasará, porque es lo que quiero y tengo un plan (nena, mientras guiño el ojo derecho y hago la pistola con los dedos). Dentro de un tiempo, esto no será más que un par de piedras en el camino.

Borrador del 14 de febrero de 2016:

Hola buenas tardes y de paso, feliz año. A todos nos han felicitado el año tan tarde que nuestra respuesta a dicha felicitación fue «¿en serio?», por lo menos interiormente.

Ni más ni menos, yo lo hice la semana pasada, pero fue a alguien que me cae mal, bastante mal. A ver si con ese tipo de cosas piensa que soy tonto y me va haciendo menos caso. Que a ver, que ya lo soy, pero es una persona que no me conoce demasiado y se lo tengo que poner fácil.

A lo tonto a lo tonto, llevo casi 100 palabras en esta entrada. Qué loco todo.

Hoy es San Valentín y bueno, Twitter está… la verdad es que está como casi siempre. Aunque hoy mucho caso no le he hecho, ¿por qué? Pues porque he hecho una mini maratón de «The man in the high castle». Está basada en que Alemania gana la Segunda Guerra Mundial e invade, junto a sus aliados japoneses, Estados Unidos. Sólo me queda por ver el final de temporada. Ya os contaré qué tal cuando lo vea. O no… Pero la noticia es que esta noche vuelve The Walking Dead. Pero la noticia es que en nada vuelve Vikings. Ay.

Borrador del 23 de mayo de 2017:

No os voy a engañar, no tengo ningún tipo de guion para esta entrada. Cero. Suelo tener cosas apuntadas en el móvil y en una libreta. ¡Ah! ¡¡No me acordaba de la libreta!! Voy por ella.

Mierda, la única cosa que tengo apuntado y no he usado anteriormente es algo que no hace gracia. Es lo siguiente: Llovía. Pero no lo suficiente como para usar paraguas, pero sí como para poner cara de estar comiendo algo tan ácido como una ironía bien tirada.

Ahora he usado algo que no tocaba.

Lo único que tenía en la reserva.

Me siento desnudo.

Me levanto vestido.

Le he dado al intro unas cuantas veces porque tengo la cabeza un poco vacía de ideas. Y bueno, entre el truco del interlineado 1,5 y el del «punto gordo» la mayoría de gente tiene el graduado escolar.

Borrador del 17 de junio de 2017: Esto era el principio de un libro o de ALGO.

Sabía que a su lado lo tenía todo. Sabía él siempre estaría ahí. Sabía que lo tenía todo controlado. Sabía que casi todo esfuerzo tiene su recompensa. Arlet sabía muchas cosas.

Pero lo que al fin sabía, lo que le había llevado de cabeza toda su vida. Lo que ya casi daba por perdido… Había descubierto el gran secreto de la humanidad actual.

La Segunda Guerra Mundial cambió el rumbo de la evolución humana. Sí, pero no como todo el mundo creía. Aquella barbarie solo fue maquillaje. Un telón de sangre que lo tapó todo.

De todos es sabido que el ejército nazi era una potencia en tecnología. Pero lo que no se conocía, es que sus mayores innovaciones estaban muy alejadas de los conflictos bélicos.

Controlaban a la población mediante las vacunas. Los campos de concentración eran sus grandes laboratorios.

Estábamos monitorizados desde el minuto uno. Todo lo que nos ocurría quedaba registrado.

Sabían que su raza, de la que tanto hablaban, no era la más fuerte. Las primeras pruebas las habían hecho con sus propios hijos. «Los héroes de Schwerin» eran llamados. Pero no soportaron el tratamiento y todos murieron.

Un día decidieron probar suerte con una pareja de gemelos. Habían nacido en un calabozo. El delito que cometió su madre fue el de ser de Varsovia.

El equipo médico inyectó la dosis en los pequeños polacos. Previamente también le habían suministrado una inyección a la madre, pero con esta no querían experimentar. Nunca más se despertaría.

No fueron cuidadosos con los pequeños, estuvieron a pan y agua cuatro días. Dos más que lo que habían vivido Los héroes de Schwerin, pero estos contaban con todo tipo de cuidados y lujos.

Los alemanes recibieron un golpe directo a su estómago repleto de ego. No eran los más fuertes. Pero también se les abría una esperanza para su ansiado fin.

CAPÍTULO 2

Arlet llevaba doce años investigando. Bueno, ella llevaba investigando toda la vida. Le gustaba saber. Más bien era una adicción. Le daba igual el cuándo, el cómo y el qué; ella quería conocer.

De ahí que no acabase ninguno de los estudios que empezó. Unos cuantos años en la facultad de medicina, otros en la de biotecnología; informática y criminología también la vieron pasar por sus aulas.

Borrador del 20 de septiembre de 2017: El principio de un ¿cuento?

El cuarenta y seis de riust había llegado. En el mes de riust se producían muchos acontecimientos en el planeta Foref. Era el cuarto mes, de un total de siete. Pero ese día, era como el comienzo. No a efectos de calendario, pero sí en la vida de sus habitantes.

El planeta Foref estaba formado por dos hemisferios. En el hemisferio occidental se encontraba la zona seca, mientras que en el oriental, el océano lo ocupaba todo.

En tierra residía la mayor parte de la población, mientras que en unas nubes lo hacía el resto.

El día cuarenta y seis del cuarto mes, se celebraba el sorteo planetario. Con él, unos pocos conseguían un viaje. Un viaje en un unicóptero con destino a esos cuerpos que flotaban en el aire y de los cuales solo se observaba la panza o el agua de la lluvia.

Foref contaba con

Borrador del 9 de noviembre de 2017:

Soy yo, el de siempre. Bueno, no. He cambiado en esta ausencia. Pero poco. Como pa’ dentro.

Llevo tiempo sin escribir, simplemente porque no me apetecía. He estado haciendo otras cosas. Vamos: he estado haciendo fotos. Pero eso ya lo sabéis. Le habéis dado al like, que lo sé yo.

Bueno, al lío. Messi. Joder, eso lo llevo fatal. Es «Leo» Messi, pero su nombre es Lionel. Pero todo el mundo se refiere a él como «Leo». ¿Qué lío, no? Soy súper gracioso.

Pero conozco una historia mejor. Conozco a una mujer, una que formó parte de mi familia, que se llama Asunción, pero todo el mundo la conoce como «Susi». «Hola, me llamo Asunción, pero puedes llamarme Susi», es como si yo digo «Hola, me llamo Alberto, pero puedes llamarme MacGyver».

Ay, MacGyver. De pequeño no había día que no lo viese. Día o semana, no sé con que frecuencia lo emitían. Me pasa lo mismo con «Un médico precoz».

Vaya mierda de entrada me está quedando.

He dicho «mierda», pero soy mayor, puedo hacer o decir lo que quiera. Menos ser feliz, eso no lo puedo hacer [suena música dramática]

Dicen que todo llega, que solo hay que ser paciente y no desistir. Yo era reacio, pero es verdad. Desde la semana pasada tengo algo que jamás pensé poder tener: acceso a la cuenta bancaria desde el móvil.

Ahora si tengo un motivo para llorar cada día. Es algo muy útil, ya que aunque lo necesite, es muy difícil que las lágrimas surquen mis mejillas. ¿Qué? ¿Cómo os habéis quedado? Pues seguros que fríos. Y no, no pienso decir «como mi corazón».

PAUSA (Como Lily y Marshall)

Borrador del 21 de enero de 2018:

Es que, le guste o no, se acuerda.

Se acuerda de subir ¿10?, ¿12?, plantas de hospital por las escaleras; disfrazado de payaso. Con unos zapatos que no cabían en los escalones. Tenía miedo al ascensor. Pero tenía que subir todos y cada uno de esos peldaños. Y lo hizo.

Recuerda aquella Navidad en la que los Reyes o Papá Noel y sus renos le trajeron una pelota de baloncesto. Tricolor. De siempre le enseñaron a no hacer ruido en casa. A no molestar a los vecinos. Recuerda que aquel día su padre le dijo «pero bótala» y flipó. Es como si ahora te dejasen fumar dentro de un hospital. Cosa que parece de otro mundo, pero que fue de este. Antes de ayer.

«Niño, no pises el suelo, que acabo de fregar». Al niño no le importaba acatar esa orden, porque a él le gustaba respetar las normas.

«No hace falta que lleves todos los libros, coge el que quieras leer». Pero a él le gustaba tenerlos todos cerca. Porque cuando se cansase de uno, tener otro y otro y otro. Además, eran perfectos. Más que libros.

Y hasta aquí.

¿Os gustaría que siguiese con algo de lo que habéis leído?

Hasta la próxima. Que la habrá. Vamos que si la habrá.

Publicado por

Alberto Cuadrado

Buenas noches (o lo qué sea), bienvenidos, gracias por estar aquí.

3 thoughts on “Los borradores de las arenas.”

  1. A mi me ha molado mucho tanto tu cuento como el principio de la historia, se te da muy bien escribir No lo dejes

    Y me he quedado con la duda por el motivo para llorar cada día, a no ser que me digas que es de felicidad

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